Comentario
Entre el reinado de Pedro el Grande (1276-1285) y el de Juan II (1458-1479) transcurrieron doscientos años de historia de la Corona de Aragón pletóricos de acontecimientos de todo orden, muchos de ellos decisivos para el futuro de esta entidad política y sus pueblos en el seno de la monarquía hispánica en la Edad Moderna. Plenitud y crisis son los conceptos que globalmente definen los dos siglos que nos disponemos a examinar. La Corona de Aragón llegó a su apogeo a finales del siglo XIII y a comienzos del XIV, cuando la población alcanzó su techo medieval; la producción pudo entonces satisfacer las necesidades de este número acrecido de hombres y a la vez alimentar un comercio internacional próspero y técnicamente maduro; el tejido social aparentemente resistió las tensiones inherentes al desigual reparto de la riqueza, y el poder político llevó a su culminación el imperialismo feudal iniciado siglos atrás, a la par que completaba su desarrollo institucional.
Desde el punto de vista de la historia de la realeza, la plenitud de la Corona de Aragón corresponde a los reinados de Pedro el Grande (1276-1285), Alfonso el Liberal (1285-1291) y Jaime II (1291-1327). En el segundo cuarto del siglo XIV, durante los reinados de Alfonso el Benigno (1327-1336) y Pedro el Ceremonioso (1336-1397), se inició la decadencia política de la Corona y comenzó la crisis bajomedieval, durante la cual y con importantes matices regionales e incluso locales, se contrajo el número de hombres; el aparato productivo experimentó disfunciones; el comercio atravesó dificultades; la moneda y las finanzas conocieron una historia tormentosa, y el tejido social se agrietó al punto de romperse, especialmente en Cataluña. La historia política revela las dificultades de mantener las posiciones ganadas por el imperialismo feudal y, por tanto, traduce rupturas en el seno de la clase dominante y divorcio entre el poder y su base social. En este contexto, se sitúan los reinados de Juan I (1387-1396) y Martín el Humano (1396-1410), los últimos monarcas de la dinastía originaria, y la crisis sucesorio que fue resuelta con la entronización de los Trastámara (Compromiso de Caspe, 1412), unos monarcas de origen castellano cuyo encaje en la compleja realidad de la Corona, especialmente en Cataluña, resultaría problemática: reinados de Fernando I (1412-1416), Alfonso el Magnánimo (1416-1458) y Juan II (1458-1479).